La serigrafía es el arte, y técnica de impresión antigua, que trata de transferir imágenes trazadas en una plantilla, sobre una malla con tita, a una superficie. Esta técnica, aunque tiene miles de años de historia, sigue utilizándose hoy en día por su sencillez y buenos resultados. Buen ejemplo de ello somos Rótulos Azacaya, que al comenzar en 1960 como taller de grabado y serigrafía en Granada, hemos ido combinando año tras año, las tecnologías más avanzadas del momento con las técnicas artesanales más eficaces.
El origen de la serigrafía
Aunque a diferencia de la imprenta o la litografía, se desconozca el inventor de la serigrafía, se sabe que empezaron a aplicarla los egipcios y los chinos. Y que tiene miles años de historia a sus espaldas. No obstante, la serigrafía, tal y como la conocemos hoy en día, es el resultado de la evolución de un conjunto de técnicas de estampación que se han ido desarrollando en distintas culturas y épocas.
Aunque todas estas técnicas han tenido en común el uso de plantillas para plasmar imágenes. Es lo que conocemos como estarcido. Esta técnica que usaba plantillas y tintes, usada ya en el periodo del pleistoceno y el holoceno, marcó el inicio del desarrollo artístico del ser humano.
Haciendo un gran salto en el espacio y tiempo, en las Islas Fiyi encontramos el primer ejemplo que más se acerca a la serigrafía. Los nativos de esta isla utilizaban las hojas de platano recortadas son distintas formas para colocarlas sobre los tejidos. De esta forma, aplicando pinturas naturales en las hojas de los plátanos, coloreaban la superficie con distintas formas.
Años más tarde, en torno al 2500 a. C. los egipcios y griegos utilizaban el estarcido de forma habitual para aplicar decoraciones a paredes y objetos cotidianos.
Por otra parte, la primera serigrafía en papel se hizo en el año 1916 en Estados Unidos y la primera serigrafía artística fue utilizada por Guy Maccoy (1904 – 1981) en el año 1932.
Las ventajas de la serigrafía
Que esta técnica siga utilizándose a día de hoy y conquistando a muchos artesanos, se debe a las grandes ventajas que ofrece en multitud de casos y aplicaciones.
Por ejemplo, la serigrafía es una técnica fácil, que puede conseguirse con el material adecuado y unos conceptos básicos. Aunque los años de experiencia son los que realmente hacen al maestro y consiguen unos resultados realmente profesionales.
Por otro lado, también se trata de una técnica económica. Ya que con unos elementos básicos, cualquiera puede empezar a estampar. Principalmente, se necesitará una pantalla entelada, una racleta, tintas y algún producto más para perfeccionar. Además la serigrafía permite realizar grandes impresiones y muchas copias sin con ello elevar los costes de producción.
Pero si algo enamora de esta técnica antigua es que está llena de posibilidades. Esta pone en juego nuestra creatividad y nos permite disfrutar de sus múltiples opciones, aplicaciones y acabados.
¿Para qué sirve la serigrafía?: Sus principales aplicaciones
La serigrafía, como método de estampación puede utilizarse para estampar un diseño sobre casi cualquier tipo de material. Es por tanto una técnica muy versátil que se adapta a las distintas superficies, siempre y cuando se utilice la pintura adecuada.
Por ejemplo, la serigrafía puede utilizarse para imprimir carteles de interior o exterior, con resultados muy duraderos. También posibilita la creación de etiquetas y pegatinas; adhesivos de papel, PVC, OPP… Realizar autoadhesivos bifaz, etiquetas de seguridad…
Además, también se trata del principal sistema de impresión en el mercado textil, o para personalizar regalos de empresa o merchandising. Ya que la serigrafía permite imprimir en superficies aunque no sean planas, pudiendo implantar el logo de una empresa en bolígrafos, mecheros, llaveros, vasos, o cualquier tipo de objeto.
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